Nos encontramos en el lugar donde los Lapatiancos habitaban a la llegada de los romanos; la tierra de CEDEIRA. Este topónimo deriva de la palabra latina "cetaria", vocablo utilizado por los romanos para designar aquellas radas costeras hacia donde los grandes animales marinos, ( atunes, ballenas...) acosados por los pescadores, se veían obligados a dirigirse, con lo cual se facilitaba su captura.
Era entonces, en el siglo XII, señorío de los condes de Traba. En la centuria siguiente, Fernando III el Santo confirmó diversas donaciones de tierras cedeirenses al monasterio de Oseira. En el siglo XIV pasó a los Lemos, que nombraban alcaldes y jueces por concesión de Enrique II. Los Lemos se unieron a los Andrade en el siglo XVI y continuaron ejerciendo jurisdicción sobre nuestro municipio, que pertenecía a la histórica provincia de Betanzos, hasta que en 1811 se suprimieron los señoríos y en 1834 se hizo la distribución provincial actual.
En el término municipal de Cedeira se hallaron no pocos restos neolíticos, medoñas, castros, torques de oro y monedas de la época romana, lo que demuestra la importante población que se asentó aquí en tiempos remotos. Los vestigios más antiguos que se conocen datan de la Edad del Bronce, y se trata de hachas de piedra pulimentada halladas en Régoa, Montoxo y Piñeiro. Han sido clasificadas como pertenecientes al período del Bronce Mediterráneo (2000 a. C.) y Bronce Atlántico (1500 a. C.) La mayoría de estos hallazgos y estudios se deben al historiador y arqueólogo Federico Maciñeira.
Los castros se hallan en los más diversos lugares: algunos en las zonas altas como el de As Croas en la península Robaleira (Esteiro); otros, en la ribera, como el de Santalla de Cervo, o sobre un espolón como el castrum stativum de As Alcaiás en San Xulián de Montoxo, donde se encontró un torques de oro. Con el nombre de labacengos bautizaron los romanos a aquellos primitivos habitantes celtas.
La "Tierra de Cetaria", como aparece nombrada en pergaminos medievales, abarca todas las costas que circundan la costa de la Ría de Cedeira, la situada más al norte de las coruñesas. Cedeira constituye un municipio de siete parroquias, con un total de 84 Km2 y alrededor de 8.500 habitantes.
La Villa de Cedeira ocupa los dos márgenes del Condomiñas en su desembocadura, quedando el casco antiguo en la orilla derecha: un incipiente núcleo medieval, antaño rodeado de murallas, de cuyo tiempo perdura el trazado angosto de sus calles. En este núcleo se encuentran casas que todavía ostentan en sus fachadas los escudos nobiliarios de sus antiguos propietarios, como los Andrade, Montenegro, Pardo, Pieiro y otras familias de profunda raigambre en la nobleza gallega.
Más actuales son las fachadas acristaladas de esta parte de la villa, galerías de los siglos XIX y principios del XX. En ese margen del río también podemos encontrar la iglesia parroquial, que aunque reformada, conserva todavía elementos propios del gótico como la capilla mayor, el enmarcado de la puerta principal o un enterramiento del s. XV, con estatua yacente y frontal blasonado.
Siguiendo el paseo marítimo llegamos al puerto cedeirense. Puerto en el que podemos encontrar desde merluza, rape o abadejo hasta los más ricos mariscos, como la centolla, langosta, el buey o los exquisitos percebes. La mayor parte es dedicada a la exportación, aunque desde luego podemos degustar cualquiera de estas especialidades en los mesones y restaurantes locales.
Próximo al puerto, dominando un cerro se alzan las murallas del Castillo de la Concepción, del s. XVIII, un fortín levantado para la defensa del país, que pronto será destinado a museo comarcal y mirador turístico, pues ofrece una de las más bellas panorámicas de la ría. La entrada de esta se observa en todo su esplendor desde la ermita de San Antonio de Corveiro, del s. XVII.
Los nuevos barrios de esta villa se asientan al lado izquierdo del Condomiñas, con calles rectas, anchas y plazas de holgadas dimensiones, que dan lugar a un claro contraste con el casco antiguo. En este lado también encontramos la más grande de sus playas, La Magdalena, con casi 2 Km. de longitud.
Las especiales aptitudes del entorno de la villa lo hacen idóneo para el turismo rural, implementándose otras actividades paralelas como senderismo, montañismo, rutas en bicicleta y a caballo...
Era entonces, en el siglo XII, señorío de los condes de Traba. En la centuria siguiente, Fernando III el Santo confirmó diversas donaciones de tierras cedeirenses al monasterio de Oseira. En el siglo XIV pasó a los Lemos, que nombraban alcaldes y jueces por concesión de Enrique II. Los Lemos se unieron a los Andrade en el siglo XVI y continuaron ejerciendo jurisdicción sobre nuestro municipio, que pertenecía a la histórica provincia de Betanzos, hasta que en 1811 se suprimieron los señoríos y en 1834 se hizo la distribución provincial actual.
En el término municipal de Cedeira se hallaron no pocos restos neolíticos, medoñas, castros, torques de oro y monedas de la época romana, lo que demuestra la importante población que se asentó aquí en tiempos remotos. Los vestigios más antiguos que se conocen datan de la Edad del Bronce, y se trata de hachas de piedra pulimentada halladas en Régoa, Montoxo y Piñeiro. Han sido clasificadas como pertenecientes al período del Bronce Mediterráneo (2000 a. C.) y Bronce Atlántico (1500 a. C.) La mayoría de estos hallazgos y estudios se deben al historiador y arqueólogo Federico Maciñeira.
Los castros se hallan en los más diversos lugares: algunos en las zonas altas como el de As Croas en la península Robaleira (Esteiro); otros, en la ribera, como el de Santalla de Cervo, o sobre un espolón como el castrum stativum de As Alcaiás en San Xulián de Montoxo, donde se encontró un torques de oro. Con el nombre de labacengos bautizaron los romanos a aquellos primitivos habitantes celtas.
La "Tierra de Cetaria", como aparece nombrada en pergaminos medievales, abarca todas las costas que circundan la costa de la Ría de Cedeira, la situada más al norte de las coruñesas. Cedeira constituye un municipio de siete parroquias, con un total de 84 Km2 y alrededor de 8.500 habitantes.
La Villa de Cedeira ocupa los dos márgenes del Condomiñas en su desembocadura, quedando el casco antiguo en la orilla derecha: un incipiente núcleo medieval, antaño rodeado de murallas, de cuyo tiempo perdura el trazado angosto de sus calles. En este núcleo se encuentran casas que todavía ostentan en sus fachadas los escudos nobiliarios de sus antiguos propietarios, como los Andrade, Montenegro, Pardo, Pieiro y otras familias de profunda raigambre en la nobleza gallega.
Más actuales son las fachadas acristaladas de esta parte de la villa, galerías de los siglos XIX y principios del XX. En ese margen del río también podemos encontrar la iglesia parroquial, que aunque reformada, conserva todavía elementos propios del gótico como la capilla mayor, el enmarcado de la puerta principal o un enterramiento del s. XV, con estatua yacente y frontal blasonado.
Siguiendo el paseo marítimo llegamos al puerto cedeirense. Puerto en el que podemos encontrar desde merluza, rape o abadejo hasta los más ricos mariscos, como la centolla, langosta, el buey o los exquisitos percebes. La mayor parte es dedicada a la exportación, aunque desde luego podemos degustar cualquiera de estas especialidades en los mesones y restaurantes locales.
Próximo al puerto, dominando un cerro se alzan las murallas del Castillo de la Concepción, del s. XVIII, un fortín levantado para la defensa del país, que pronto será destinado a museo comarcal y mirador turístico, pues ofrece una de las más bellas panorámicas de la ría. La entrada de esta se observa en todo su esplendor desde la ermita de San Antonio de Corveiro, del s. XVII.
Los nuevos barrios de esta villa se asientan al lado izquierdo del Condomiñas, con calles rectas, anchas y plazas de holgadas dimensiones, que dan lugar a un claro contraste con el casco antiguo. En este lado también encontramos la más grande de sus playas, La Magdalena, con casi 2 Km. de longitud.
Las especiales aptitudes del entorno de la villa lo hacen idóneo para el turismo rural, implementándose otras actividades paralelas como senderismo, montañismo, rutas en bicicleta y a caballo...
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